lunes, 28 de diciembre de 2009

LA ANTIPSIQUIATRÍA


Ayer quedó trunca la idea que, sobre la psiquiatría, vengo escribiendo. Coincido con las aportaciones que se han dado sobre esa ciencia, desde hace mucho tiempo, inclusive en algunos casos, se podría uno remontar a los filósofos griegos que, fueron los primeros, en hablar del alma y su inmortalidad, que traducido en términos modernos sería lo mortal del pensamiento.

Cuando muere el ser humano se acaba su pensamiento. Es lamentable pensar que así sea, pero lo es. Luego la inmortalidad viene a causa de su obra, principalmente filosófica y después poética y literaria. El hombre que muere con una extensa o mínima obra, pero que trasciende, se convierte en uno más de los inmortales. Casos concretos, los tres grandes filósofos de la Grecia-Sócrates, Platón y Aristóteles-, pero podríamos incluir a los grandes pensadores del Renacimiento hasta el presente. O el caso de Juan Rulfo en México, que con dos libros, PEDRO PÁRAMO y EL LLANO EN LLAMAS, pasó a ser un inmortal, traducido a más de veinte idiomas, y que sigue vigente hasta el presente.

En cuanto a la psiquiatría que, a mediados de los cincuenta, del siglo pasado, dió un tremendo salto hacia la anti, negándole los parámetros que había conquistado, sobre todo, por lo que respecta a la reclusión del enfermo en sanatorios, que más parecían cárcelas de por vida, que hospitales.

De los muchos libros que cayeron en mis manos y que leí con entusiasmo, fue LA ANTIPSIQUIATRÍA, que dirigida por Armando Suárez, se vieron y comentaron los aspectos de la psicología y su etología, por plumas renombradas a nivel mundial, como Sylvie Faure, Guy Baillon, J.P. Rumen, P.C. Racamier, Francois Tosquelles, Cyrille Koupernik, y otros más que, por no enumerarlos, nada pierden de su estudio y sabiduría sobre esos menesteres.

Cuando de editó el libro de Maud Mannoni, que por cierto se vendió bastante pero se comprendió poco, a causa del término de antipsiquiatría. Pero a la vez, la nueva teoría sobre las enfermedades mentales, fue prácticamente un movimiento general de "renovación de la práctica psiquiátrica y de los interrogantes sobre el papel y la función del psiquiatra".

El anti-escribe Faure-ya no es lo que está en contra, como el tratamiento antituberculoso contra la tuberculosis. Ahora es lo que se opone a una doctrina o a un sistema, proponiendo otro mejor, de suerte que el anti-x, propone de hecho una concepción opuesta y preferible". Para Cooper, creador del término, se trata de hacer "una psiquiatría ideal o, mejor, una antipsiquiatría".

Para el gran público, como dice Faure, la "antipsiquiatría es una crítica de la psiquiatría: frente a la tragedia de la locura cada uno busca un chivo expiatorio. Al no poder acusar a la sífilis, a la degeneración, a los matrimonios consanguíneos, se acusa ahora al psiquiatra, diciendo que es él quien funda la locura al darle nombre"

Por otro lado, si se rehabilita la locura y es considerada como una reacción sana, que hará progresar al enfermo y que debe estar permitida en las mejores condiciones posibles, el psiquiatra ya no será más culpable en las dos perspectivas en que se sitúa: deja de ser el opresor de los pobres locos y el médico impotente sometido al juicio de sus colegas".

Faure se pregunta: ¿Es tan difícil la situación del psiquiatra que se ve reducido a negar el objeto mismo de su práctica especializada, la locura, para negar su impotencia y desembarazarse de ese intolerable papel de carcelero? " La locura fue primero y es aún en la hora actual, por esencia, un hecho social; son considerados locos los individuos en función no de sus sufrimientos personales, ni a causa de una diferencia en relación a una norma, sino porque la sociedad los rechaza, no los soporta más en su seno y los declara así "peligrosos para ellos mismos o para los demás"

Por esa causa las leyes-la primera de 1838 en Inglaterra-, decretan el internamiento de los alienados en asilos especializados, concebidos para ese fin.

Este acto de separación, de segregación se diría hoy, es el que fundamenta la locura: decretar la internación es la función principal del psiquiatra. Y es significativo, como apunta Faure, que estos médicos no sean llamados psiquiatras, es decir, médicos de la locura (enfermedad que justifica un tratamiento), sino médicos del hospital psiquiátrico. Poco después se interesarán más en el fenómeno de la alienación, los descubrimientos de la medicina y el desarrollo de investigaciones comparables a aquellas que han permitido el progreso de la neurología.

En incontables casos la internación en el asilo no la decide un médico, sino la policía. No es una reclusión voluntaria y de ninguna manera como un acto terapeútico, puesto que no fue pedida por quien es su objeto, el enfermo. Y de hecho, el médico del asilo, intentará ejercer su arte de curar, sobre los individuos internados.

Tampoco hay que olvidar, confirma Faure, que la sociedad no solamente designa a los "enfermos" que deberán cuidar, sino que hubo una época en que tomaba a su cargo la remuneración del médico.

Distingamos bien el asunto. En el pasado, todavía reciente, el enfermo mental era encerrado contra su voluntad . Ese lugar de reclusión para Goffman, debería ser considerado como una institución totalitaria, típica, como las prisiones y los conventos.

Y concluye Faure de que el asilo no es un lugar de cuidados, es antiterapeútico. Es Decir que agrava por su organización, los desarreglos psíquicos de aquellos enfermos que son llevados por la fuerza. Se les aísla de sus prójimos, cuyos lazos sociales son justamente de lo más frágiles. Se les encierra a quienes les cuesta tanto concebirse como individuos autónomos y libres. Se les pone un uniforme idéntico, se les priva de sus bienes personales más íntimos, a ellos, los enfermos de la psique, quienes se despersonalizan espontáneamente.

Esperamos continuar un día de éstos. Ahora, porque las noticias políticas han dado paso a las policíacas, y los reporteros, de todos los diarios y de la televisión y la radio, tienen por promesa reseñar la más espantosa tragedia, causada por el alcohol, y en un choque automovilístico, que son los que abundan en esta temporada.

Gracias por esta atención. Y faltan pocos días para que se acabe el 2009, año que, como decían los gitanos, fue "de mal farío".

DON RENATO PURAFACHA
Lunes 28 de Diciembre del 2009
VALE: ¿Te hicieron inocente? ...Qué mala onda...Apunto que hace un par de meses metieron a un amigo a un asilo ( manicomio), por presentar los síntomas de la locura. ¿Volveremos al pasado? Hoy en día muchos síntomas de ese nivel se curan con la farmaceútica. ¿Por qué encerrarlos?. Sigue la sociedad mandando como corriente de su misma locura...Pregunto...Respondámonos.

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