viernes, 26 de febrero de 2010

AUNQUE NO ES ÉTICO NI QUIRÚRGICO, ES UNA "OPERACIÓN"

ELEGÍA

La cordillera, el aire de la altura
que bate poderoso como el ala de un águila,
la atmósfera difícil de una estrella caída,
de una piedra celeste ya enfriada.

Ésta, ésta es mi patria.

Rota, yace a mis pies la estera que tejieron
entrelazando hilos de paciencia y de magia.
O voy pisando templos destruidos
o estrellas en el polvo, sepultadas.

He aquí el terraplén para la danza.

¿Quién dirá los silencios de mis muertos?
¿Quién llorará la ruina de mi casa?
Entre la soledad una flauta de hueso
derramando una música triste y aguda y áspera.

No hay otra palabra.

ROSARIO CASTELLANOS, Mexicana.

Como lo dicho por Rosario Castellanos, en su poema Elegía: ¿Quién dirá los silencios de mis muertos? ¿Quién llorará la ruina de mi casa? No creo que Felipe Calderón Hinojosa y su pandilla de ladrones y corruptos panistas. Y saben por qué?. Porque los males de México son como las enfermedades humanas, algunas provocadas y otras por provocación. Muchas no tienen remedio, como volver al pasado y querer ver a México libre de las acechanzas capitalistas de los Estados Unidos. Capitalismo salvaje, empobrecedor, ruinoso y siempre en contra de los más pobres que, en el país vecino abundan, como en México; que les quitan sus casas, por las crisis, y no tienen sentido humanitario los funcionarios, porque dicen que cumplen con una "misión", como pretenden los "democráticos" y ricos, de ese país, que echar mano del dinero de los contribuyentes y de sus jubilaciones, es para no arruinar más a los Estados Unidos.

Algunos de los males de México son como las enfermedades terminales: no tienen remedio y sólo se espera la muerte, que es el Sucumbíos total y definitivo de la vida humana. Y otros, tienen cura, por el diagnóstico que ya se tiene hecho, pero que aquí se equivocó la elección del médico y pusieron a un farsante llamado Felipe Calderón Hinojosa.

En la familia del enfermo siempre se recurre al diálogo para decidir si cambian o no de médico, porque el enfermo sigue agravándose, en lugar de mejorar. Y en el país se puede hacer lo mismo, pero no por ahora, porque el plebiscito y el referendum, siguen siendo un sueño de aproximaciones funambulescas.

El gobierno actual, del pelele, espurio e inepto, se asemeja a la de un médico que conoce el mal, por diagnóstico efectuado y vigente, y sin embargo no aplica los remedios como deben ser. No es pródigo en las medicinas que salvarán a México. Y así, postrado, su cabal restablecimiento será casi imposible; y más si es necio el médico, como necio es el presidente actual.

El juramento de los médicos, que creo que ya no se lleva a cabo, y que en el pasado se hacía con la efigie de Hipócrates, que no era otro que la de salvar la vida, en el gobierno panista se transforma en un hipócrita banal, sucia trampa, y que atenta contra la vida continuamente, porque se cree invulnerable ante sus semejantes como, el médico, ante sus enfermos.

Creo en el fondo que su autodenominada superioridad queda trunca, y sobre todo, cuando aplican en su trabajo, médico o político, los resultados del tratamiento. Pero, además, quien cree que son divinos o superiores los presidentes de la república; son simplemente hombres con todas las fallas de su personalidad, opacos y nada diligentes en sus quehaceres.

Esta situación puedo ilustrarla con una charla entre dos personajes vivos, para que analicen su pensamiento y su postura:

...Intrigado y visiblemente molesto, el galeno dijo entonces:
-Joven, si no viene a consulta, si no viene representando a alguna casa de medicinas...le adelanto que yo no quiero tomar ningún seguro sobre la vida...que tampoco quiero adquirir con facilidades de pago ningún automóvil; que tampoco deseo comprar las "última novedad" en aparatos de Rayos X...¡Buenos están los tiempos para desembolsar dinero!.
El joven sin dejar de sonreír, al fin dijo:
-Doctor, vengo a proponerle un negocio.
-¡No quiero negocio!
-Es un negocio que le dará dinero. Usted recibe la visita de agentes de medicinas, ¿verdad? Y estos señores le dejan a usted "muestras", o ¿no?. Y si no puede usar estas muestras, entonces, ¿por qué no las vende?.
Indignado el doctor, se paró del sitio que ocupaba y abriendo un armario mostró un sin fin de cajas de inyecciones, frascos con píldoras, botellas con líquidos medicinales y exclamó:
-¿Por quién me toma usted? ¡Salga de mi consultorio!...Yo no soy pícaro, sepa usted que soy cirujano.
Entonces el cínico mercader de la eterna sonrisa, mientras levantaba su voluminoso portafolio, contestó:
-Doctor...No ignoro que usted es cirujano y precisamente no ha de negarme que lo que le propuse, aun cuando no sea ético ni quirúrgico, es una "operación".

¿Qué médico o político se atrevería a decir lo siguiente condensado en las notas periodísticas?

Fué en Mérida, Yucatán y el protagonista Felipe Calderón Hinojosa: Es una tierra de gente buena, limpia; así que les pido, porque quiero sentirme como siempre me he sentido aquí, que TODOS SEAMOS RESPETUOSOS, QUE TODOS ESTÉN ATENTOS, QUE NO OFENDAN A NADIE AQUÍ. Si no es así, me dicen y me voy.

¿Sería semejante a una operación en donde el cirujano expresara lo mismo y se fuera o titubeara en quedarse, mientras el enfermo, a las puertas de la muerte, esperara el escalpelo que le abriera el cuerpo, para extirparle el mal?

Si no es así nos vamos.

Los médicos, por lo general son conciliadores, razonan y reflexionan las palabras adecuadas que les dirigen a los enfermos. ¿Un político no debería ser semejante? O, como se dice: ¿De qué privilegios goza para encararse, enojarse con todo el mundo, poner cara de resentido? Calderón pide unidad, y lo primero que hace es pelearse. Y se pregunta la gente, como lo hago yo: ¿Qué está ya enfermo de los nervios? Y pensar que todavía le faltan casi tres años de desgobierno.

La política, repito, es un arte y una ciencia. Bien aplicada, como la medicina en el enfermo, da resultados espectaculares. Se corrige el rumbo y se acondiciona al país para todos los mexicanos, no para unos cuántos que se han enriquecido a costillas de los mexicanos y de llevar a cabo negocios fraudulentos entre empresarios, nacionales y multinacionales, y los gobiernos federales, sobre todo de estos últimos nueve años de panismo-gobierno.

¿Que por qué ridiculizamos a nuestros gobernantes? Eso es una tontería. Los periodistas y los columnistas democráticos, sean de izquierda o de otra ideología, sólo palpamos el malestar de las muchedumbres, auscultamos a la opinión pública, y percibimos el estado de cosas del país.

Eso nos da pie para concretar nuestras propias opiniones. Y si en las páginas coloridas de los diarios nacionales sacan fotos de los narcotraficantes, ¿tiene la culpa el periodismo por lo que sucede?. En otras palabras no ridiculizamos la falsa situación general del gobierno y de las sociedades que habitan a México, porque son ciertas, sobre todos de los pobres que son las me interesan. Finalizo, con mi intención, como la de Andrés Manuel López Obrador y millones de mexicanos que conlleva una elevada forma de corregir el rumbo del país, que si no se hace a tiempo, y aun es tiempo, nos vamos a ir al abismo todos, todos, todos, todos, todos...

DON RENATO PURAFACHA
Viernes 26 de Febrero del 2010

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