viernes, 12 de febrero de 2010

PEQUEÑEZ Y GRANDEZA

-XLI-

CON LA CENTELLA

Pueblos, mirad el horizonte claro
y con nosotros al joven Lautaro.

Pueblos, el mundo nuestra llama sigue
y con nosotros va Manuel Rodríguez.

Pueblo, no volveremos al pasado
porque va Balmaceda a nuestro lado.

¡Venceremos! el pueblo es soberano
y su mano decide la centella
en la defensa del género humano:

¡En la noche del mundo nuestra estrella,
la veneran los pueblos más lejanos!.

PABLO NERUDA
Isla Negra, Enero de 1973

La grandeza no es de los hombres ilustres, sean científicos, filósofos, maestros. Ellos son otra cosa, otra sabiduría a base de la investigación y la enseñanza. Y llegan a ser grandes por sus descubrimientos, o sus pensamientos o la demostración con niños, jóvenes y adultos, quienes reciben de ellos, el espíritu del lenguaje, las ciencias de su formación, el conocimiento que lleva a la transformación de sus vidas, por las que el destino se conforma a su favor.

Hay, sin embargo, otra grandeza forjada a través de la lucha por la existencia, muchas veces llevada a cabo sin los conocimientos que tienen otros, y alimentada sólo por el deseo de vivir, y sin más aspiración que tener dispuesta su mesa, su alcoba, y el trabajo, mal pagado o bien retribuido, a que se somete cuando es simplemente una ama de casa. O los sueldos bajos que se otorgan ahora, por culpa del mal gobierno que tenemos, y que se reciben a disgusto.

Y su grandeza alcanza el pináculo en un momento dado cuando, se enfrenta al presidente de la república, que no es el legítimo por fraude, y le dice unas cuantas frases, dichas con todo el dolor de su tragedia, en donde el título de LA JORNADA, en primera plana, me recuerda a Bertolt Brecht, el dramaturgo alemán, que tomando la obra de Gorki, La Madre, la transforma en una tragedia moderna, y la titula: MADRE CORAJE.

Ella es Luz María Dávila, quien perdió a sus hijos Marcos y José Luis Piña, durante la matanza del 31 de Enero de este años, en Ciudad Juárez, en donde murieron en total 15 jóvenes. La nota es de una gran hondura que nos permite contemplar el drama, en toda su crudeza, mientras el presidente y su señora, endurecen el rostro y lastiman más, con su actitud, a una ciudad tan lastimada por tanto asesinato y a los habitantes que los han vivido, durante más de dos años.

-Luz María Dávila camina hacia el presidium, encabezado por Felipe Calderón, acompañado de su esposa Margarita Zavala, lo encara y le dice: Discúlpeme, señor presidente. Yo no le puedo decir bienvenido, porque para mí no lo es. Les dijeron pandilleros a mis hijos asesinados. Fue una mentira. Uno estaba en la prepa y el otro en la universidad y no tenían tiempo para andar en la calle. Lo que quiero es justicia. Póngase en mi lugar, a ver qué siente.

Y agregó: Le apuesto a que si hubiera sido uno de sus hijos, usted se habría metido hasta debajo de las piedras y hubiera buscado al asesino; yo, como no tengo recursos , no lo puedo buscar.

Claudia Herrera Beltrán, la enviada de mi periódico favorito, desmenuza la nota, y la empieza con las palabras de Calderón: Yo vengo a escuchar a los juarenses. Fue lógico que los representantes de las organizaciones civiles, que habían pasado retenes militares y vallas para llegar al foro, ubicado en el Centro de Convenciones Cibeles, habrían de hablar.

Claudia: Estaba claro que la señora Dávila no se quedaría callada. Llegó temprano y narró a los reporteros que el presidente rehuyó reunirse con los familiares donde ocurrieron los asesinatos. Nosotros, dijo la señora Dávila, queríamos que se presentara, que diera la cara, y que ahí mismo, públicamente se retractara de todo lo que dijo.

-Mientras otras voces reclamaban por la violencia en Juárez, escribe Claudia, Dávila se escabulló del EMP y caminó hasta el presidium. Ahí estaban Calderón, cinco secretarios de Estado, el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, y el alcalde José Reyes Ferriz, quienes utilizaron la tribuna para pronunciar largos discursos y prometer "jalar" juntos, sin importar las diferencias de partido.

La mujer que se puso de espaldas ante el jefe del ejecutivo lo confrontó: Discúlpeme, señor presidente. Yo no le puedo decir bienvenido, porque para mi no lo es; nadie lo es. Porque aquí hay asesinatos desde hace dos años y nada ni nadie han querido impartir justicia. Juárez está de luto. Les dijeron pandilleros a mis hijos. Es mentira. Uno estaba en la prepa y el otro en la universidad. Ellos estudiaban y trabajaban. Y lo que quiero es justicia.

Finalizo la parte dramática del acontecimiento juarense. Claudia: Las autoridades vieron con sorpresa y desconcierto el rostro y los gestos de impotencia de Dávila, quien finalmente regresó a la esquina del salón...

La Madre Coraje de Brecht tenía que ver con la guerra. La Madre Coraje de Calderón con otro tipo de guerra, la del narco y la criminalidad que aumenta día a día, y que ni el ejército ni las otras policías, incluyendo a las locales, han podido detener. Diariamente se asesina. Las noticias sobre esos crímenes, tan sensacionalistas, ahora pasan sin pena ni gloria. Se acostumbra uno a ello.

Concluyo con la parte central de la columna de Enrique Galván Ochoa: DINERO y que se cabecea CALDERÓN EN CIUDAD JUÁREZ: Cuando el Consejo Coordinador Empresarial de Ciudad Juárez pidió, más bien exigió, al presidente Calderón que se apersonara en aquella comarca, me pareció imperativo que lo hiciera. HAN CERRADO MILLARES DE EMPRESAS Y LOS HOMBRES DE NEGOCIOS SE HAN MUDADO CON SUS FAMILIAS A EL PASO, SAN ANTONIO Y HOUSTON. Ayer estuvo allá. No halló aplausos, sino frases amargas. Dio disculpas a las familias de los chavos masacrados, a los que había llamado pandilleros cuando andaba en Japón. Es abogado, pero no tuvo la precaución (mínimo) de anteponer el calificativo "presuntos", su juicio fue anticipado, desastrosos y ofensivo. En esa lógica, los niños de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora habrían cometido suicidio colectivo. No se ha sabido el nombre del funcionario qae le trasmitió la información. Las miradas se vuelven hacia las oficinas de Genaro García Luna...

UNA VENTANA AL CIELO: Saluda cambio constitucional...Quienes hemos pugnado por un Estado laico estamos contentos. No es una palabra, es mucho más. Faltan las legislaturas locales; convencer será importante. OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO.

DON RENATO PURAFACHA
Viernes 12 de Febrero del 2010

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