UNA LECCIÓN
Volviendo a Nixon vuelvo a ser dichoso:
porque juzgar delitos incesantes,
ordenados por un ignominioso,
es deber de un poeta caminante.
Hoy, desde Chile revolucionario,
volvamos a los dueños del erario,
retornemos al Jefe del Dinero.
PABLO NERUDA
Isla Negra, Enero de 1973
Una de las más grandes mentiras que dicen y sustentan los empresarios, industriales y comerciantes, junto con los depredadores de la patria, las transnacionales, es que ellos crean las fuentes de el trabajo y por consiguiente el de la riqueza. ¿Y los trabajadores donde se quedan? Sin ellos, los ricos de cualquier parte del mundo, junto con sus hijos y sus familias, no avanzarían ni un milimetro en la acumulación de los dólares o los euros, o las libras esterlinas.
Marx, aunque no lo quieran los ultras ni las iglesias, vino a poner a cada quién en su lugar. El trabajador es quien realmente da forma a la acumulación de bienes. Pero olvidémonos de Marx, ¿quién crea la riqueza ahora? Los hombres y las mujeres trabajadoras, y ya no rige el criterio de la filosofía comunista, sino el del gran capital, la filosofía capitalista que ha sido depredadora, en donde asienta sus reales glúteos.
Y se salvan, en cierto modo, las pequeñas y medianas industrias que son dirigidas por los padres y trabajan, como empleados los hijos, en las pequeñas y en las medianas, hay contratación de trabajadores, pues el trabajo sería excesivo para cualquier familia, y como abundan estas industrias domésticas y caseras, pues a joderlas, como lo han venido haciendo, desde tiempos inmemoriales, pero más destructivamente desde los tiempos del "cambio", con Fox y ahora con Calderón.
Nadie discute que el capital sirve para la creación de la industria o del laboratorio, o del comercio en grande como la venta del automóvil. Pero, pregunto, ¿quién ha hecho que esas industrias sean y tengan alcances mundiales? El trabajador. Y en los grandes laboratorios, ¿no es el científico quien crea la vacuna y las penicilinas? Sin ellos, ningún laboratorio sería prototipo de la investigación, porque dependen del trabajo de químicos, médicos, biólogos.
Luego es el hombre, profesional o de oficio, quien crea la industria y la hace solvente. No es el rico con su dinero quien la trabaja, sino el hombre común y corriente, que estudiado o no, se desplaza en las fábricas textileras y se crea la tela para la moda de primavera o de otoño.
La acción del hombre es la noticia cotidiana porque diariamente genera sucesos que marcan el ritmo de la historia. Y los hombres ricos sólo velan por sus intereses, que no los trabajan, porque tienen a su disposición un ejército de empleados entre licenciados, contadores, secretarias, que se extienden hasta sus empresas y a su red, cuando se traducen en transnacionales.
Para los ricos si fue revolucionario el tiempo libre. Para el trabajador, sólo la reducción a las 8 horas de trabajo, para buscar medio tiempo en una tienda, o para trabajar, en alguna mecánica de automóviles o plomeras, o en lo que se pueda, porque ésta es la realidad, ¿el trabajador que crea la riqueza es el que menos la tiene y goza de ella?. La gozan los patrones, que no trabajan y sólo han puesto el capital; la gozan ellos y no quienes fueron los creadores, o los inventores de muchos inventos que han transformado el mundo entero.
Países con estos hombres se han enriquecido, son todopoderosos, grandes en todo el sentido de la palabra, pero ¿para qué? Es lo que sucede con los Estados Unidos, cuya grandeza y poderío, nadie discute, pero, ¿para qué? si lo que sus presidentes siempre han buscado es la guerra para apoderarse de las materias primas, y arruinar a esos países, más de lo que están. Y si echan la mano a algún país, en alguna desgracia provocada por la naturaleza, como el caso de Haití ahora, ¿los salva de ser destructores, inmoralmente guerreros y ambiciosos?
México, se ha dicho siempre, es un país rico en una gran cantidad de cosas, que sería inútil detallarlas ahora, con una extensión que es del doble si los Estados Unidos no le hubieran cercenado la mitad del país, para apropiárselo. Pero a pesar de ello, siempre ha sido fuente de enormes riquezas que se han llevado las transnacionales españolas, cuando la conquista, y después las alemanas, inglesas, japonesas, gringas, etc. Y hoy es un país sobrevaluado y sin un mañana seguro.
¿Cómo puede ser un país rico si por un lado se patea al trabajador y se le desorganiza la vida al estudiante?. ¿Cómo puede alcanzar una riqueza que beneficie a todos si son unos cuántos los que se llevan el dinero del erario? Así, imposible. Y cuando tienen la oportunidad del cambio, lo primero que hacen es taparle el robo a su antecesor, y luego disponer de los peores elementos para los puestos claves que arrancarían a México, de su postración en que está.
Si la riqueza es creada por al trabajador, y los patrones sólo ponen el capital, ¿qué puede hacer un gobierno en donde el funcionario es tan inepto, un todólogo de los tiempos priístas, que solo llegó a ese estado por ser amigo del que gobierna espuriamente a México?.
¡Cómo va a arrancar México de su postración!. Y así como las naciones más industrializadas están acabando con el mundo, México está siendo destruido, porque sus gobernantes no encajan como los más aptos para gobernar. En la actualidad pocos creen que México se salve de la bancarrota; los trabajadores han creado la riqueza, y los gobiernos pirístas y panistas la han acabado, embolsándose el dinero como Carlos y Raúl Salinas de Gortari o el demente de Fox, de los más recientes.
Así ni esperanzas de que sea rico el país y que lleve por el camino menos peliagudo al pueblo. No hay otra forma de hacerlo. Queremos los mejores trabajadores y los mejores gobernantes para pagar el costo de la destructividad que ahora padece el país, o nos deshacemos.
DON RENATO PURAFACHA
Viernes 15 de Enero del 2010
PD.-La verdad es que los gobiernos priístas y panistas, que siempre han contado con notables figuras para echarle la mano y tratar de alcanzar a otras naciones con menos tesoros minerales, han sido hechos a un lado, para plantar en medio de esa vorágine, a los amigos y los cuates que han precipitado más a México en la incertidumbre y en la bancarrota.
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