En Enero de 1973 escribió Pablo Neruda su último libro; poco después moriría en la Isla Negra, su hogar. Y al leerlo y reelerlo ahora se comprende mejor al poeta.Y como es Enero del 2010, no puede seguir permanentemente escondido en el rincón de la biblioteca.
El libro lleva por título INCITACIÓN AL NIXONICIDIO Y ALABANZA DE LA REVOLUCION CHILENA. Y, en síntesis, es la incitación dirigida a todos los poetas pasados y presentes, para hacer un juicio, condenar y "poner frente al paredón a Richard Nixon, frío y delirante genocida" y que representa simbólicamente a todos los enemigos del pueblo.
Protestarán, sin duda, porque esto es atrasado, ya viejo y amarillo como el papel de periódico o de un libro, que sin duda guardamos y que está en las mismas condiciones, inclusive desmoronándose como si fuera polvo. Esta es una experiencia que hemos compartido con muchos propietarios de librerías de viejo, como las centenarias de Donceles.
Pero si hacemos las debidas expurgaciones encontraremos muchas similitudes con lo que acontece en el mundo hoy y, por lógica, en nuestro país. En su poesía, Neruda, habla de los generales traidores, los jueces venales, los oligarcas feudales y todos sus corifeos. Y dice, en su Explicación Perentoria, que Nixon ordenó los más despiadados y cobardes bombardeos contra un pueblo infinitamente heroico; que Nixon ordenó un cerco económico para aislar, ahogar y finalmente victimar al proceso pacífico del socialismo en Chile; que Nixon alentó a las compañías trasnacionales, como la ITT, para sangrar a la patria; que los agentes de Nixon asesinaron al general Schneider, el único que supo estar a la altura de la historia; que Nixon armó y dirigió a los fascistas. Y dirigió la caida y asesinato del presidente constitucional, Salvador Allende Gossens
Por eso, agrega Neruda, el deber de la poesía es convertir a Nixon, a fuerza de descargas rítmicas y rimadas, en un impresentable estropajo. Neruda propuso que se pusiera a Richard Nixon "frente al paredón de la Historia como un frío y delirante genocida". Y para ello invoca la numerosa "artillería poética" porque él probó la "capacidad demoledora de la Poesía".
Nixon acumula los pecados de cuántos le precedieron en la alevosía. Sólo los poetas son capaces de ponerlo contra la pared y agujerearlo por entero con los más mortíferos tercetos. Pretendió aniquilar a Chile con un cerco económico para "aislar y aniquilar la Revolución chilena".
Puso como ejemplo a la ITT, "la venenosa red de espías" y los solapados, encubiertos y ramificados entre "los fascistas de la oposición chilena contra Chile". Espectáculo de amenaza y dolor para el pueblo.
Yo soy adversario cerrado del terrorismo, escribió en EXPLICACIÓN PERENTORIA. No sólo porque casi siempre se ejerce con irresponsable cobardía y anónima crueldad, sino porque sus consecuencias, como puñales voladores, hieren al pueblo. Cita a la vez, a muchos fulanos, amigos suyos que transgredieron las leyes del juego por su fría ambición, que los llevó a marchar con los feudales y avorazados enemigos del pueblo.
-Ellos se faltaron el respeto a sí mismos quemando sus ideas que los pintaban de demócrtas y de cristianos (miembros de la Iglesia Católica y Romana). No veo ninguna necesidad de que un poeta se los restituya, concluyó
Neruda se decía de sí mismo un bardo de utilidad pública, es decir, de hacerla de palanquero, de rabadán, de alarife, de labrador, de gásfiter o de simple cachafás de regimiento, "capaz de trenzarse a puñete limpio o de echar fuego hasta por las orejas".
No tengo remedio, finaliza Neruda: contra los enemigos de mi pueblo mi canción es ofensiva y dura como piedra araucana. Y esta puede ser una función efímera. Pero la cumplí. Y recurro a las armas más antiguas de la poesía, al canto y al panfleto usados por clásicos y románticos y destinados a la destrucción del enemigo.
Antes de entrar a su poesía exclamó: Ahora, firmes, que voy a disparar.
COMIENZO POR INVOCAR A WALT WHITMAN
Es por acción de amor a mi país
que te reclamo, hermano necesario,
viejo Walt Whitman de la mano gris,
para que con tu apoyo extraordinario
verso a verso matemos de raíz
a Nixon, presidente sanguinario.
Sobre la tierra no hay hombre feliz,
nadie trabaja bien en el planeta
si en Washington respira su nariz.
Pidiendo al viejo bardo que me invista,
asumo mis deberes de poeta
armado del soneto terrorista,
porque debo dictar sin pena alguna
la sentencia hasta ahora nunca vista
de fusilar a un criminal asdiente
que a pesar de sus viajes a la luna
ha matado en tierra tanta gente,
que huye el papel y la pluma se arranca
al escribir el nombre del malvado,
del genocida de la Casa Blanca.
ME DESPIDO DE OTROS TEMAS
Amor, adiós hasta mañana, besos!
Corazón mío, agárrate al deber
porque declaro abierto este proceso.
Se trata aquí de ser y de no ser:
si dejamos vivir al delincuente
los pueblos seguirán su padecer
y el crimen seguirá de Presidente
robando a Chile el cobre en las aduanas,
destripando en Vietnam los inocentes.
No se puede esperar una semana
ni un sólo día más porque, carajo,
es por atrocidades inhumanas
que atraparemos este escarabajo
y es un orgullo para el hombre entero
que soportó el puñal de la noticia,
como instrumento duro y duradero
anunciar en la tierra la justicia;
por eso te buscaba, compañero,
el tribunal de sangre que se inicia
y, aunque sea un poeta el justiciero,
los pueblos me entregaron una rosa
para que con mi verso verdadero,
yo castigue la saña poderosa
del inmenso verdugo comandado
por el concubinato del dinero
para quemar jardín y jardinero
en países remotos y dorados.
LA CANCIÓN DEL CASTIGO (Último poema: en otra oportunidad transcribiré otros)
No hay que contar con su arrepentimiento,
ni hay que esperar del cielo este trabajo:
el que trajo a la tierra este tormento
debe encontrar sus jueces aquí abajo,
por la justicia y por el escarmiento.
No lo aniquilaremos por venganza
sino por lo que canto y lo que infundo:
mi razón es la paz y la esperanza.
Nuestros amores son de todo el mundo.
Y el insecto voraz no se suicida
sino que enrosca y clava su veneno
hasta que con canción insecticida,
levantando en el alba mi tintero,
llamé a todos los hombres a borrar
al Jefe ensangrentado y embustero,
que mandó por el cielo y por el mar
que no vivieron más pueblos enteros,
pueblos de amor y de sabiduría
que en aquel otro extremo del planeta,
en Vietnam, en lejanas alquerías,
junto al arroz, en blancas bicicletas
fundaban el amor y la alegría:
pueblos que Nixon, el analfabeto,
ni siquiera de nombre conocía
y que mandó matar con un decreto
el lejano chacal indiferente.
INCITACIÓN AL NIXONICIDIO Y ALABANZA DE LA REVOLUCIÓN CHILENA, repito, fue la última obra escrita en vida por uno de los más altos poetas de Latinoamérica. Su nombre de Pablo Neruda es idéntico a su última acto poético, su última denuncia, su perentorio llamamiento a filas, su urgente toque a rebato.
Como se ha escrito en la segunda de forros: Este libro es una incitación dirigida a todos los poetas pasados y presentes. ¡Cuántos poetas mexicanos responderán al llamado de Neruda, cuando estamos viendo la misma amenaza, la destrucción del país, la oligarquía feudal, y las transnacionales, que se están apropiando de todo lo que era de los mexicanos.
Es hora de escribir el verso como si fuera una bala dirigida a los fascistas mexicanos.
DON RENATO PURAFACHA
Sábado 2 de Enero del 2010
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